miércoles, 6 de diciembre de 2006

Quiero...

Quiero que me oigas, sin juzgarme.Quiero que opines, sin aconsejarme.Quiero que confí­es en mi, sin exigirme.Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mi.Quiero que me cuides, sin anularme.Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mi.Quiero que me abraces, sin asfixiarme.Quiero que me animes, sin empujarme.Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mi.Quiero que me protejas, sin mentiras.Quiero que te acerques, sin invadirme.Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten,que las aceptes y no pretendas cambiarlas.Quiero que sepas, que hoy,hoy puedes contar conmigo.Sin condiciones.

" Once Minutos es lo que dura el acto sexual"

Érase una vez un pájaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un animal hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observase. Un día, una mujer lo vio y se enamoró de él. Se quedo mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con le corazón latiéndole más de prisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo en completa armonía. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro. Pero entonce pensó:<<>> Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir más aquello po,r otro pájaro. Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro. Y se sintió sola. Y pensó: <<>> El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al dia siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula. Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban :<<>>. Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación : como tenía al pájaro y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés. El pájaro, sin poder volar, ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula. Un buen día el pájaro murió. Ella se puso muy triste, y no dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba solo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes. Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico. Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta.<< ¿Por qué has venido? >>, le preguntó a la muerte. <>.