Buenos dias princesa…
Empezaba siendo una noche como otra,…hacia frio y tu caminabas a mi lado por la calle, donde se escuchaba la música, mezclada con las risas de la gente, q la abundaban a cada paso. Pasó a ser un momento mágico, porque el día tocaba a su fin, pero no se había ido del todo. Quizá era el miedo a que el amanecer te dejase ver mis ojos brillantes, al despertar, notar mis labios vulnerables, y sentir mi cuerpo temblar de frío y de miedo... Fue en el mejor momento, en ese en el que se me presentaba la vida tan plena, tan llena de pasión, que me asustaba…Y allí, escondidos en ese espacio de tiempo, justo en el medio, sin más luz que la de las estrellas, después de todo, rompí un trocito del muro que nos separaba, asome la cabeza y te conté algunos de mis secretos, y lo dejé abierto…
Llegó el momento de irnos a casa, por el camino, acompañada por mis incertidumbres… Y los pensamientos de que siempre todo debía de transcurrir como en una película de esas en las que las palabras fluyen como melodías de piano, y suenan de una manera perfecta…sin dejar ningún hueco vacío, llenándolo todo de notas, y haciendo de sus finales, escenas de ensueño con finales inesperados…pero la realidad,…es otra.
Me imagino cada día si al final de la noche te despidieses con las mismas palabras, que Guido le dijo a Dora en la Vida es Bella…en vez de con un simple hasta luego…
— Bueno, adiós. Ha sido muy gentil conmigo. Ahora voy a tomar un buen baño caliente.
— Ah… me olvidaba decirte que…
—Dilo.
—… Que tengo unas ganas de hacerte el amor que no te puedes ni imaginar. Pero esto no se lo diré a nadie. Sobre todo a ti. Deberían torturarme para obligarme a decirlo.— ¿A decir qué?—Que quiero hacer el amor contigo. No una vez solo, sino cientos de veces. Pero a ti no te lo diré nunca. Solo si me volviera loco te diría que haría el amor contigo, aquí, delante de tu casa, toda la vida.
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